Diario Zombi

- El nuevo diario zombi -

jueves, 7 de abril de 2011

Capítulo 9- La quinta planta (Miguel)

Día 24 (madrugada): ¡No puede ser! Espero que estés bien. Por favor, escribe lo más rápido posible.
El mundo se está convirtiendo en un sitio muy peligroso para vivir...
Yo por mi parte (no me quito de la cabeza que te hayan descubierto) he estado dos días pensando en si volver a escribir o no, pues escribir es recordar, pero creo que es mi deber como ser humano compartir mis experiencias.

Como ya he contado, el pasado 4 de abril (día 21 tras el ¿apocalipsis?), decidí volver a salir. Iba armado con un cuchillo y una linterna y pensé que era mejor bajar por las escaleras que por el ascensor. Mi descenso iba bien, sin ningún sobresalto, hasta que llegué a la quinta planta, donde me pareció escuchar un leve gemido. Paralizado por el miedo, no sabía qué hacer, si seguir bajando las escaleras de manera sigilosa o acercarme a la fuente del sonido. Mi instinto me decía que no estuviera más tiempo en la quinta planta, pero algo en mi ser, posiblemente esa naturaleza curiosa que todos tenemos, me obligó a permanecer un rato más en la quinta planta y comprobar si realmente había escuchado algo o era una jugada de mi imaginación. Esperé dos minutos y cuando ya creía que me lo había imaginado todo, empecé a escuchar nuevamente gemidos. Supongo que mi necesidad por encontrar otros seres humanos me hizo hacer lo que hice. Me acerqué hasta la puerta "B" y la golpeé suavemente, acto seguido pregunté si había alguien y esperé respuesta. Todo cuanto obtuve fue silencio, pensé que igual era algún vecino que al igual que yo, estaba muerto de miedo y se había quedado paralizado por el mismo. Más animado, volví a llamar a la puerta, esta vez de manera un poco más enérgica y dije: -No se preocupe, soy su vecino del décimo A, no está solo.- Mi voz se perdió en el silencio y durante aproximadamente un minuto, estuve sin hacer ruido, (parece mentira en esas situaciones lo que se puede llegar a elucubrar). Ya decidido a marcharme pues había comprendido que no iba a conseguir nada, apenas había dado un paso, que un grito desgarrador e inhumano salió de la casa y sentí como algo o alguien corría hacia la puerta, horrorizado, un sudor frío atravesó mi cuerpo e hizo que, sin echar la vista atrás, bajara corriendo las escaleras como alma que lleva el diablo, sin preocuparme de si hacía ruido o no y sin asegurar la zona. Salí corriendo hasta la calle y lo que vi, hizo que el corazón me diese un nuevo vuelco.

A lo lejos pude contemplar como decenas de esos seres vagaban sin rumbo por mi avenida. Eran muchos más que la anterior vez, pero no tenía muchas opciones, o me dirigía hacia ellos, tal vez volvía y me enfrentaba a mi nuevo vecino o acababa siendo descubierto en mitad de la calle por alguno de ellos.
Con mucha sangre fría, decidí acercarme a un pequeño grupo de cinco zombis, formado por una mujer, un niño y tres hombres. Tenía miedo pero debía acercarme, acaso, ¿no era ese uno de los motivos por los que me había decido a salir de casa? Tenía que saber qué eran esos seres, tenía que ver cómo se comportaban y de alguna manera, acostumbrarme a ellos por si llegado el momento, por ejemplo cuando volviese a casa, me tenía que defender y no me quedase paralizado por el terror. Ocultándome tras unos coches que presentaban un inexplicable aspecto viejo, como olvidados años atrás en el tiempo, pese a llevar tan solo 21 días desatendidos, me iba acercando a mi objetivo. Algunos vehículos, tenían los cristales rotos y otros estaban tirados en mitad de la avenida, abollados y con las puertas abiertas. Puedo imaginar la escena, gente horrorizada huyendo de esos seres en sus coches, con la mala suerte de no poder esquivar a todos y quedándose tirados en mitad de la calzada sin ninguna posibilidad de sobrevivir... ¡Qué muerte más espantosa! Rodeado de zombis deseando acabar contigo. 

Cuando llegué a unos veinte metros de ellos, me oculté tras un deteriorado Nissan Patrol blanco, donde pude observar nuevamente esa mirada endemoniada, blanca, fría y perdida, que delata a un depredador atormentado por no hallar a su presa. Si alguna vez en el pasado habían sido seres humanos, mucho me temo, que ya no lo eran. Eso me hizo malpensar que, tal vez, muchos de ellos se lo merecían, lamentablemente estamos en un mundo donde lo bueno escasea y la maldad y el pecado es costumbre de vida, por algún motivo recordé lo malo y no reparé en pensar que muchos de ellos eran víctimas inocentes de un holocausto que estaba por ser explicado. 
Muchas teorías conspiranoicas pasaron por mí cabeza ¿Esto formaba parte de un macabro plan por parte de algún gobierno para acabar con el ser humano y así empezar de nuevo? Al fin y al cabo, en 2010 ya empezaban a salir cada vez más noticias en prensa sobre la escasez de alimentos en el mundo, la sobrepoblación del planeta y la devastadora crisis económica a la que nos habían llevado los gobiernos corruptos, la avariciosa banca y el caciquismo empresarial de las grandes multinacionales. De alguna manera nuestro planeta estaba enfermo, diversos terremotos en el 2011 como el que provocó el accidente nuclear de Fukushima en Japón, nos advertían que algo no iba bien en este mundo. La total falta de respeto del ser humano por los animales y el medio ambiente, la crueldad, el egoísmo, etc... habían devenido a esta situación. Parecía más una maldición divina, que la posible nueva barbaridad que el propio ser humano ha hecho sobre sus semejantes.

Mientras me perdía en mis pensamientos, no me di cuenta que uno de ellos se acercaba por mi espalda, hasta que un ensordecedor grito me hizo volver a la realidad. Cuando me di la vuelta con el corazón latiéndome en la garganta, descubrí a un mutilado zombi que se arrastraba por el suelo hacia mí. Le faltaban ambas piernas y se arrastraba sobre sus tripas. La escena no podía ser más bizarra y aterradora. Seguramente éste había sido víctima de algún atropello en una de esas huidas masivas. 
Su grito había advertido de mi situación a los demás y escapé corriendo como pude por una bocacalle situada a mi derecha. Observé que sólo uno de ellos me perseguía corriendo, los demás intentaban acercarse de manera torpe. Mi perseguidor, tenía costras por el cuerpo, no como el resto. Esto me hace pensar en lo que dijiste Alberto, este zombi se encontraba en su segunda fase de desarrollo y era bastante más hábil y de aspecto más agresivo que el de los demás. No quiero pensar como serán en su tercera fase...

Corrí hasta llegar a un hipermercado que tenía la mitad de las lunas reventadas...

De momento me paro aquí, estoy muy cansado y no me apetece seguir recordando, además, no sé si esto lo va a leer alguien. Estoy preocupado por ti Alberto, si supiera de tu situación iría a buscarte, pero ni siquiera nos hemos dicho de qué ciudad somos, en fin, espero que estés a salvo. Por mi parte, en cuanto me encuentre con más ganas seguiré escribiendo.

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